P R Ê T - À - P O R T E R , C A S I H A U T E C O U T U R E
Coronas, brocados y efigies bizantinas ya no son solo bellas imágenes que admirar en museos y libros de historia. Este invierno la opulencia de los siglos pasados regresa a través de la visión de Domenico Dolce y Stefano Gabbana. Los diseñadores de la firma italiana han creado una colección venida de un pasado dorado, donde la ostentación y el exceso eran el lenguaje de ropas y edificios.
Coronas, brocados y efigies bizantinas ya no son solo bellas imágenes que admirar en museos y libros de historia. Este invierno la opulencia de los siglos pasados regresa a través de la visión de Domenico Dolce y Stefano Gabbana. Los diseñadores de la firma italiana han creado una colección venida de un pasado dorado, donde la ostentación y el exceso eran el lenguaje de ropas y edificios.
En esta ocasión Dolce
&Gabbana materializa una colección de prêt-à-porter
que nada tiene que envidiar a la alta costura. Al son de la música de trompeta
de Nino Rota, principal compositor de las películas de Fellini, Dolce &
Gabbana ofrece un espectáculo visual único en su desfile de otoño/invierno
2013-2014 que oscila entre la opulencia extrema de siglos anteriores y la
austeridad (no tan extrema en este caso) de los años 40.
La pasarela se ilumina
con el rico multicolor de mosaicos estampados en vestidos dorados lana y
organza de seda. En ellos el lujo viste a una mujer capaz de lucir en forma
natural desde coronas con incrustaciones de pedrería hasta pendientes y colgantes XXL en forma de
crucifijos. Los bolsos y zapatos pasan a ser algo más que complementos de moda,
para convertirse en auténticas piezas de arte en los que se dibujan las efigies
que cubren las paredes de la catedral de Monreale, lugar que ha inspirado la
colección donde el arte veneciano se fusiona con el bizantino.
La segunda propuesta es
más austera, pero no menos potente. Los ricos vestidos dorados dejan paso a la
gris sobriedad de vestidos con motivos de espiga estilo años 40, que no
obstante, permiten discretos que la atención se centre en los fuertes colores
de los bolsos y en la fantasía de zapatos que convierten las cuñas que los
elevan en doradas jaulas barrocas.
Finalmente, el color
retoma su hegemonía a través de la última propuesta en la que los diseñadores
hacen su apuesta a un color, el rojo, través de vestidos de fiesta en el que el
distintivo encaje de Dolce & Gabbana luce más que nunca gracias a los
brocados y a la pedrería que impregna el desfile y que elevan sus diseños para
este invierno a un nivel superior.
Los diseñadores
italianos parecen estar cumpliendo sobradamente el objetivo que se pusieron cuando
decidieron suprimir su marca D&G, para poder centrarse en su línea
principal, alumbrando en ella colecciones que para muchos casi tienen la misma
calidad que la alta costura.
Texto de
DANIEL ALGUACIL ROMERO
DANIEL ALGUACIL ROMERO